El suelo en un viñedo desempeña un papel crucial en la producción de vino, ya que influye directamente en las características de las uvas y, por tanto, en las propiedades organolépticas del vino. De ahí la importancia del concepto “terroir”, que hace referencia a la interacción única entre el suelo, clima y la topografía de una región concreta.
En este contexto, cada tipo de suelo aporta características distintivas al vino, dando lugar a diversidad de sabores y aromas que se pueden encontrar en las distintas zonas vitivinícolas.
Por ello, nuestra zona, la Manchuela, ubicada en la provincia de Albacete, a tan solo 100 km de Valencia y rodeada de los ríos Júcar y Cabriel, cuenta con varias tipologías de suelo que desempeñan un papel esencial en la producción de nuestros vinos.
A continuación, os explicamos los suelos más típicos que podéis encontrar en la Manchuela y, por lo tanto, su interacción con nuestra bodega:
La combinación de estos diversos tipos de suelos, junto con el clima mediterráneo, aun encontrándonos en una zona de interior, crea un entorno propicio para la producción de vinos únicos.
Así, además, con la interacción entre el terroir local y las variedades locales de uva, nos permite elaborar vinos singulares y auténticos.
Un claro ejemplo de esta interacción entre terroir, variedades locales de uva, método de cultivo y elaboración, nos ha permitido conseguir la trilogía del suelo, donde se puede apreciar de forma contundente como a partir de una misma variedad como es la Bobal y elaborados de la misma forma, obtenemos tres vinos de tres parcelas diferentes, que no tienen nada que ver entre sí.
Nos referimos a nuestra Trilogía SOY: Soy Arena, Soy Arcilla y Soy Caliza.
En el vino Soy Arena encontramos la elegancia y sutileza natural del paraje de la Hoya Arenas. Viñedo viejo muy cercano a las Hoces del Río Cabriel por lo que también podemos encontrar cantos rodados en su superficie.
El vino Soy Arcilla, como su nombre indica, un suelo arcilloso de la parcela madre de la bodega. Viñedos plantados por el abuelo de Iván hace ya más de 80 años, expresa el típico suelo arcilloso de la Manchuela: profundo y con alto contenido en hierro.
Y por último, el vino de Soy Caliza, de una parcela a 700 metros sobre el nivel de mar, en un cerro de suelos calizos muy cerca del Río Júcar, hace que el blanco de sus suelos acompañe a la franqueza y honestidad de este vino.
Con todo ello podemos concluir que la relación entre el suelo y el vino es fundamental, ya que el suelo actúa como el lienzo donde la vid desarrolla su personalidad única y, por tanto, nos permite elaborar vinos que expresen los territorios y las diferentes comarcas para que puedas descubrirlas en cada copa.
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