
Informe del vino en España 2025
18 agosto, 2025
Guía aromática para catas de vinos
15 septiembre, 2025En Bodegas Gratias, a menudo decimos que somos más viticultores que bodegueros. Creemos firmemente que el alma de un vino no se construye en la bodega, sino que nace en la viña, susurrada por la tierra que la nutre. El suelo define el vino… ¡y de qué manera!
Es por ello que nuestra máxima expresión como proyecto son los vinos parcelarios: vinos que no solo llevan el nombre de una uva, sino el de un lugar concreto, una pequeña porción de tierra con una identidad irrepetible.
Y es aquí, en nuestra comarca de la Manchuela, donde esta filosofía cobra todo su sentido. Lejos de ser un paisaje homogéneo, la Manchuela es un fascinante mosaico geológico, una zona de transición donde cada colina, cada ladera y cada llano esconde un suelo con una voz propia. Entender este terroir es entender la esencia de nuestros vinos de Bobal, Tardana, Pintaillo,… más especiales.
El terroir de la Manchuela.
Cuando hablamos de terroir, hablamos de la compleja interacción entre el clima, la variedad, el trabajo del hombre y, por supuesto, el suelo. El suelo es la cuna de la cepa, el filtro que le da de beber y quien la sostiene. En la Manchuela, hemos identificado tres grandes tipos de suelos que imprimen un carácter radicalmente distinto a nuestras viñas viejas de distintas variedades.
Los suelos arcillo-calcáreos de la Manchuela.
Los suelos arcillo-calcáreos son la columna vertebral y la frescura. Son los suelos más característicos de la región con una matriz de arcilla roja, rica en hierro, salpicada de piedra caliza.
¿Qué aportan a la viña? La arcilla tiene una magnífica capacidad de retener agua, un tesoro clave en nuestros viñedos de secano que permite a la planta sobrevivir a los veranos secos y calurosos. Por su parte, la caliza activa no solo favorece el drenaje, evitando encharcamientos, sino que también ayuda a mantener un pH equilibrado en la uva, lo que se traduce en una acidez natural y una frescura vibrante.
¿Cómo se expresa en el vino? Los vinos nacidos aquí tienen estructura y en copa, nos dan un color profundo y una nariz compleja. En boca, son vinos con cuerpo, con un tanino presente y pulido que les augura una larga vida. El final es largo, con un toque mineral, casi salino, que nos recuerda a esa tiza de la piedra caliza. Es la expresión más potente y estructurada de nuestras variedades, como, por ejemplo, la Bobal.
Los suelos arenosos de la Manchuela.
Los suelos arenosos aportan la elegancia, el perfume y la sutileza. Son menos comunes, pero de un valor importante. Son parcelas con un alto componente de arena, a menudo de origen eólico, que dan lugar a vinos de un perfil completamente diferente.
¿Qué aportan a la viña? La arena es un suelo «suelto», con un drenaje extraordinario. Esto somete a la planta a un ligero estrés hídrico que refina sus componentes. Históricamente, estos suelos han sido resistentes a la filoxera, permitiendo la supervivencia de algunas cepas en pie franco.
¿Cómo se expresa en el vino? Aquí y siguiendo con el ejemplo de la Bobal, se desnuda de su armadura y nos muestra su lado más delicado y perfumado. Los vinos de suelos arenosos son más ligeros de color, con una explosión aromática de flores (violetas) y fruta roja fresca (frambuesas, granada). En boca son pura seda, con un tanino finísimo y una fluidez que invita a seguir bebiendo. No buscan la potencia, sino la elegancia y la definición.
Los suelos de cantos rodados de la Manchuela.
Los suelos de cantos rodados transmiten el calor de la tierra y la madurez amable. En parcelas cercanas a antiguos lechos de ríos, como nuestro querido Cabriel, la superficie está cubierta de grandes piedras redondeadas por la erosión del agua durante milenios.
¿Qué aportan a la viña? Estos cantos rodados actúan como acumuladores de calor. Durante el día, absorben la energía del sol y, por la noche, la irradian de vuelta hacia los racimos. Este fenómeno, conocido como «efecto reverberación», favorece una maduración fenólica perfecta.
Las raíces, por su parte, deben esforzarse y profundizar para encontrar nutrientes en un suelo pobre, lo que resulta en producciones bajas, pero de una concentración excepcional.
¿Cómo se expresa en el vino? Por ejemplo, la Bobal de estas parcelas es pura fruta negra madura. Los vinos son cálidos, voluminosos y amables en boca. El tanino es redondo, pulido por esa maduración lenta y completa. Son vinos que llenan la boca con sensaciones de cereza picota, moras y un fondo especiado. Es la cara más golosa y opulenta de la variedad.
En Bodegas Gratias interpretamos, no intervenimos.
En Bodegas Gratias, cuando vinificamos nuestras parcelas, he incluso las variedades por separado, nuestro trabajo consiste en ser meros intérpretes de lo que el suelo nos ha contado durante todo el año.
Para ello, utilizamos procesos de mínima intervención, fermentaciones espontáneas y crianzas respetuosas para que, al descorchar la botella, la diferencia que percibas no sea solo la obra de nuestro enólogo Iván Gómez, sino la voz auténtica de la tierra.
La próxima vez que tengas delante uno de nuestros vinos parcelarios, te invitamos a un juego: cierra los ojos y trata de sentir si estás ante la estructura de la arcilla, el calor de los cantos rodados o la elegancia de la arena. Porque eso, y no otra cosa, es beber un lugar.